El trabajo del voluntariado
La finalidad de la Fundación Chilena de Kinesiterapia e Hipoterapia es entregar un trabajo de rehabilitación para pacientes con problemas físicos, mentales y síquicos. Se cubre la atención desde la edad de 1 año hasta una edad indefinida, dependiendo del diagnóstico y/o del estado general de la persona.
Los efectos y resultados de este trabajo se basan principalmente en los efectos terapéuticos del caballo a través de la transmisión de sus movimientos, en conjunto con los ejercicios kinésicos según el diagnóstico. Cada rehabilitación tiene una meta, que puede ser a corto o a largo plazo, y se trabaja puntualmente para conseguirla.
Tipo de pacientes: Un 40% con parálisis cerebral infantil, un 15% con atrasos sicomotores, un 15% con Síndrome de Down, además de secuelas por lesiones medulares, accidentes vasculares y escoliosis, autistas, etc.
La evaluación del paciente se efectúa a través de fichas, videos y las múltiples opiniones de los profesionales y de los padres. En las fichas de trabajo los voluntarios se informan sobre el paciente y anotan sus propios juicios sobre cada sesión. Para realizar un seguimiento de la evolución de los pacientes se llevan estas fichas y un video de cada uno de ellos.
Trabajo en equipo: El caballo, los guiadores de los caballos, los voluntarios y el kinesiólogo trabajan conjuntamente en beneficio de un mejor resultado de cada tratamiento.
Trato con los niños: El niño se debe tratar con respeto, cariño, alegría y gentileza. A él se dedica la sesión en la que él se tiene que sentir importante y como centro de la atención. Nunca hay que reírse de él, sino con el. Siempre se le dice la verdad y nunca se le prometen metas que no se podrán cumplir. (Siempre se le puede decir que mejorará en general). Nunca se conversa sobre su problema frente al niño. Hay que mejorarle la autoestima y el sentido de superación. Se debe alabar y aplaudir cada esfuerzo, por mínimo que parezca.
Cómo hablarles: Hay que hablarle a cada paciente según su edad, sin importar la discapacidad que tenga. Se le conversa en forma normal, correcta y amistosa. Los pacientes adultos jóvenes o de la tercera edad son muy sensibles y es muy importante tratarlos con el debido respeto que ellos merecen.
Las correcciones y ayudas se efectúan solamente en el sentido positivo, tales como “tú puedes, trata de hacerlo, algo más de fuerza, etc.” Están prohibidas las palabras “flojo, porfiado” u otras. Hay que estimularlos en forma positiva y entretenida, como si se tratara de un juego pero, al mismo tiempo, el niño tiene que saber que se le exige y que tiene que cumplir con ciertos ejercicios. A pesar de que el trabajo es un poco como el de un profesor, el niño no se tiene que sentir presionado. Cuando algo no resulta hoy, no importa, hay mucho tiempo por delante y, con paciencia, otro día resultará.
Cada niño es distinto y hay que tratar de entenderlo; con algunos se trabaja fácilmente porque son dóciles, pero otros son dominantes y, en ese caso, uno tiene que marcar los límites.
En contacto con los pacientes, tenemos que revisar nuestro propio estado de ánimo. Debemos tratar de dar lo mejor de nosotros mismos. Pero, cuando de repente nos sentimos nerviosos o irritados y nos parece que no tenemos la paciencia suficiente que el niño requiere, hay dos posibilidades: Cambiarse con otro voluntario (previo aviso al kinesiólogo) o bajar las exigencias hacia el niño.
Seguridad:
Lo más importante es la seguridad del paciente. No se debe caer del caballo. Por eso hay que estar siempre alerta a los movimientos repentinos del caballo o del paciente. Nunca hay que confiarse. Es preferible asegurar al niño de más que de menos. Al voluntario se le enseñan las manipulaciones, posturas y modos de afirmarse del paciente y las características de los caballos. La responsabilidad en cuanto a la salud del niño empieza cuando se le recibe de manos de los padres y termina sólo en el momento de habérselos entregado de vuelta.
Contacto con los padres:
Al recibir al niño, se les informa sobre su estado y, al final de la sesión, sobre el rendimiento durante ésta. La participación de los padres consiste en entregarle su apoyo, su interés y de premiarlo. Ellos no participan directamente en los tratamientos por dos razones: una, por seguridad (nuestro personal sabe de caballos y de sus riesgos) y dos, por motivos pedagógicos.
Al final de todas las sesiones todos los tratantes se reúnen e intercambian opiniones sobre las experiencias del día, entregando sugerencias para mejorar o cambiar la situación de cada paciente.